EL TRISTE FINAL DE PATRIA JOVEN
Por: Vicente Sánchez Vásquez
Desde que compró el kit electoral el 26 de enero de 2006 hasta la fecha que Javier Alvarado anunció la defunción política de su movimiento “Patria Joven” (11 de julio de 2012), han transcurrido casi 6 años y medio de vida de dicho movimiento regional. En dicho período “Patria Joven” permitió a su promotor alcanzar la alcaldía provincial de Cañete el 2006 y la presidencia regional de Lima el 2010.
Es curioso que Alvarado no cierre esa ascendente etapa de su vida política con un gran mitin en olor de multitud o por lo menos con un vitoreante congreso interno que anuncie la nueva etapa. Por el contrario, días antes la secretaria general del movimiento y consejera regional, Liliana Torres, anunciaba su retiro definitivo de la política, y en Barranca, militantes decepcionados renunciaban en masa al movimiento quemando polos y banderolas del torito. En medio de ese contexto, salir él a algunas radios a anunciar que Patria Joven no va más, revela más que un salto adelante, una soledad y una debilidad política muy grave.
¿Por qué el colapso de Patria Joven y por qué Javier Alvarado salta de ese barco hacia otro que aún no nace llamado Triunfa Perú?
Primero, porque Javier Alvarado ha demostrado que no es el estratega que cree ser. Cometió un serio error político y estratégico al adelantar su candidatura a la Presidencia de la República con la recolección de firmas de su nuevo partido y con su exposición mediática en medios nacionales apenas a meses de sentarse en el sillón de la presidencia regional. Tal proceder no solo le ha valido la resistencia de la opinión pública regional (llegó a 15% de aceptación de su gestión en diciembre pasado) sino también de ciertos círculos de poder nacionales. Como resultado, no tiene muchas firmas, no tiene aliados fuera de la región y tiene a la ciudadanía regional en contra de ese proyecto.
Segundo, porque Patria Joven no pasó de ser el vehículo para la fama personal de Javier Alvarado: no preparó nuevos cuadros, no fortaleció la organización ni amainó las broncas internas. Para nadie era un secreto la soterrada lucha de poder entre Liliana Torres y Luis Fernández Estrella, pugna que si bien termina con la victoria coyuntural de este último, nunca fue una lucha de dos líneas, de dos visiones programáticas del desarrollo regional; sólo era simple lucha por el poder. De allí que en los problemas judiciales de la consejera regional, Patria Joven pareció estar de costado. Y de allí también las amargas palabras de la consejera al decir “cuando hay problemas a los que tienes a tu lado es a tu familia, después no encuentras más a nadie, se olvidan que uno hizo mucho”. Después Alvarado salió a dorarle la píldora de que sería su próxima congresista, pero ya el dolor y el reclamo eran públicos.
Tercero, porque su gestión no ha sido la catapulta para presentarse como un gobernante excepcional. El año 2011 de la gestión regional tiene como hecho más notable su inútil viaje a Israel y la crisis que le originó su vicepresidenta. En este año 2012 ha querido presentarse como el gobierno regional que mejor ejecución del gasto tiene, pero ya salen a la luz las tretas de manejo presupuestal para simular ese primer lugar. Ya ni decir que sus aliados de ayer Mufarech y Tello hoy se desmarcan abiertamente de la gestión regional, o que sus problemas judiciales pueden agravarse e impedirle culminar su gestión.
Triste final de Patria Joven con militantes quemando el logo que llevó al poder a su líder. Cuando todo parece indicar que los movimientos regionales serán más protagonistas que nunca en las elecciones del 2014, Alvarado va en busca de su partido nacional soñado. Ojalá que el político saque las lecciones debidas y entienda que la política es servir a sus conciudadanos, no servirse de ellos, y que a veces, saltar hacia adelante puede ser un salto al vacío.
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